Sara tiene 15 años, Mayram, Juanita y Priya también. Son jóvenes, tienen todo el mundo y el tiempo por delante o eso es lo que cabría esperar. Hay un matiz que las diferencia, su origen de nacimiento. No es lo mismo ser europea que africana, latinoamericana o asiática. Un factor como es el origen, que es aleatorio ya que podemos nacer en cualquier lugar del globo, puede marcar nuestra existencia de una forma permanente. Si al factor origen le sumamos el sexo las diferencias se acrecientan de una manera muy considerable. Mientras una joven europea piensa en estudiar, las relaciones sociales, formas de divertirse,… la chica asiática, africana o latinoamericana están totalmente sumergidas en la vida adulta, alguna de ellas es posible que sea madre y trabaje 12 horas para llevar un mínimo sueldo a casa que no cubrirá ni los gastos que en este mundo occidental consideramos absolutamente imprescindibles.
Desde nuestra privilegiada posición, ¿qué podemos hacer para eliminar o minimizar estas diferencias, para dotar de calidad sus vidas?
Diferente gobiernos y ONG’s, durante años, han mandado ayuda humanitaria a países en vías de desarrollo y tercer mundo. La forma de esta ayuda es muy variada, mediante el envío de alimentos, medicamentos, construcción de escuelas e infraestructuras,… Pero ¿qué ocurre cuando esa ayuda cesa, cuándo se acaba la campaña y estas poblaciones vuelven a estar solas ante su situación?
Existen diferentes definiciones de empoderamiento. En el Artículo “Empoderamiento: conceptos y orientaciones” de Intercooperción publicada por ASOCAM se nos presentan múltiples conceptos y tipologías de empoderamiento. Romano, en 2002 define “el empoderamiento se relaciona (…), con el poder, cambiando las relaciones de poder a favor de aquellos que con anterioridad tenías escasa autoridad sobre sus propias vidas”. Para Iturralde (2005) “el empoderamiento está enfocado en las relaciones de poder asimétricas”.
Todas las definiciones que aquí se nos presentan van enfocadas hacia un mismo objetivo, dotar de poder a personas que no lo tienen para que puedan organizar su vida según sus intereses, para que sean autores reales de su existencia.
¿Cómo podemos prestar nuestra ayuda a estas poblaciones sin crear dependencia, fomentando la autonomía?
¿Cómo quieren vivir? ¿Qué sustento les da su entorno? ¿Qué intereses tienen? La ayuda por parte del primer mundo no significa la importación de nuestra forma de vida, eso lo hizo ya el colonialismo de siglos anteriores y la lección debería estar aprendida. El concepto a tratar en este punto es el de desarrollo sostenible, la autogestión y el respeto cultural es la base de todo desarrollo. Una lectura recomendada es el libro Desarrollo y Poder de Deborah Eade, y del mismo subrayaré una frase que dice “el desarrollo debería entenderse, por un lado, como la totalidad del bienestar material de las personas y, por otro, como el florecimiento de valores éticos y culturales”.
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